Síndrome de Down

Me encontré con una nota que me conmovió mucho, cada vez que leo algo así no puedo evitar imaginar a Benjamín en unos años, logrando sus sueños, no importa cuales sean ni si son grandes o pequeños, simplemente eso, sus sueños volviéndose una realidad…

Premio literario a un chico con Down
Cualidad: como si dispusiera de una sensibilidad única para observar la vida, la poesía de Martín se destaca entre los niños de su edad.

Martín Ciaffaroni Castro se destaca entre los niños de su edad. Tiene diez años y varias distinciones obtenidas por sus aptitudes literarias. El síndrome de Down lo acompaña.
Tal vez eso es lo que lo inspira, como si tuviera la posibilidad de indagar por laberintos del imaginario nunca alcanzados y asimilar la vida con sensibilidad única.
Hoy, a las 20, será premiado una vez más por su cuento «El árbol… mi amigo», que superó en distintos certámenes literarios a varios centenares de obras escritas por adultos y por chicos mayores que él.
Esta vez lo reconocerá el Centro de Promoción de las Artes y las Ciencias, que se encarga de promover y difundir a los nuevos creadores. El novel finalista del concurso de cuentos, historias y relatos para chicos y adolescentes recibirá la distinción en la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines, avenida Belgrano 1732.
A Martín le gusta escribir en forma de cuento vivencias propias que lo han conmovido profundamente. Volvía del colegio y observó que estaban talando un árbol. «Era mi amigo», afirmó ayer, al compartir una tarde con La Nación . Y, a pesar de que imploró a los operarios para que no lo corten, la irracionalidad pudo más.
«Y con muchas lágrimas el señor árbol iba cayendo pesadamente a los pies de los malos jóvenes que cortaron a mi amigo el árbol. Mi pedido no fue escuchado. Yo lloré, los hombres se fueron. Yo recogí una rama, la planté en mi casa. La cuidé mucho, juego al lado de ella. Acá no vendrán esos hombres. Todos los días crece un poco más, soy su amigo», relató Martín en su cuento, que ilustró con una secuencia de sus propios dibujos.
Al premio que recibirá hoy suma otras distinciones. El año último obtuvo el primer premio entre 534 trabajos presentados en el concurso «Cuentos para un futuro con esperanza», organizado por el Instituto Psicopedagógico de Nivelación Aranguren (IPNA), destinado a niños jóvenes y especiales de todo el país. Además, su cuento fue editado en el libro de poesía y narrativa «Mundo de Fantasías».
Una cómplice privilegiada
«Todos los chicos somos iguales», afirmó con natural convicción Daniela, hermana y cómplice de Martín.
Ellos se divierten, juegan y deciden cuáles son sus códigos para comunicarse. Daniela, un año menor que su hermano, participa del imaginario de Martín porque él la invita. No todos tienen ese privilegio.
Los dos van al Colegio St. Jean, en Villa Urquiza. Por la mañana, Martín asiste al curso de alumnos especiales y por las tardes se integra al de alumnos comunes. Así participa de algunas de las actividades que regularmente se dictan en el colegio (deportes, manualidades, música, entre otras).
«Me gusta más ir al colegio de chicos comunes. Allí estoy más contento porque juego al fútbol, hago natación, la veo a mi hermana y además tengo muchos amigos», expresó Martín, mientras abraza a Irma, su madre, con profundo cariño haciendo notar cómo los niños Down expresan sin inhibiciones sus afectos.
Lo importante es el estímulo
Irma, al igual que su marido Roque, es el puntal de su hijo, que ya llevó a su casa una distinción oficial. Fue nombrado el último año «Defensor de los árboles de la ciudad de Buenos Aires» por el jefe del Gobierno Fernando de la Rúa.
Antes de que naciera Martín, Irma era docente en el gabinete psicopedagógico de la Universidad Nacional de Cuyo, además de ser profesora de Historia y Geografía en la ENET Nº1 de Maipú, provincia de Mendoza. Durante 24 años trabajó como periodista deportiva en los diarios locales Los Andes y Mendoza.
«Es importante que las madres de los niños Down incentiven a sus hijos. No crean que ellos están imposibilitados, hay que inducirlos, hablarles mucho y por supuesto ponerles límites», dijo a La Nación , la mamá de Martín, una mujer enérgica, de carácter, que contiene y defiende a sus dos hijos para que nada los perturbe ni los incomode.
«No crean que los niños Down son pobrecitos y que hay que ocultarlos, que no deben relacionarse», dijo Irma.
«Todavía existe mucha discriminación y hay que trabajar para que esta situación se revierta. Si observamos que una madre separa a su hijo de un niño Down, en una plaza o en el colegio, hay que decirle que se informe y que no perjudique al proceso de sociabilización de los niños», agregó, a modo de consejo.
Amor por los animales
Martín viene corriendo desde el interior de su casa. Quiere mostrarle a La Nación sus papeles que guarda en un portafolio con envidiable orden.
«Aquí guardo mis cuentos y dibujos. Escribí otro, sobre mi perro Juan que un día se escapó al cielo», expresó con resignación. Con esta obra ganó el primer premio del concurso ofrecido por el Instituto Veterinario Naum Sterin y el de la Asociación San Roque, institución que trabaja en defensa de los animales.
«Me tengo que poner un traje y una corbata porque recibiré otro premio, ¿Mamá, tenés listo todo?», pregunta, ansioso y feliz, esperando el acto de hoy.
«Pero yo traje mi portafolio para otra cosa. Te quiero dar algo», dijo Martín a La Nación y extendió su mano para entregar una invitación a la entrega de premios donde será distinguido por su creatividad literaria.